Un momento

“Será sólo un momento”, dice el fotógrafo y no miente. Ellas sonríen frente a la cámara y tienen veinte y tienen veinticinco, también doce, también diez. Le roban un rato a la comida, porque no se autorizó la reunión en horario laboral. Apenas ha pasado la mitad del día, la mitad de la vida, todavía falta otro tanto por gastar. Luego el hogar, los hijos, los hombres, o la casa, la prole, la familia (se puede usar el femenino y eso no mejora las cosas). Después del almuerzo, que ellas prepararon, volverán a la máquina que prepararon para ellas. Son ocho horas de trabajo, también diez, también doce. 
Una se acomoda el cabello, otra se limpia las manos en el delantal, está la que busca su mejor perfil. Se arreglan el día de la huelga, se peinan el día de la marcha, se pintan cuando toman la fábrica. Arderán sus cabellos con rodetes al ser quemadas por protestar, sus ropas de trabajo se convertirán en estandarte de las siguientes, y las próximas vestirán sus consignas. Entonces vendrán las hijas de las nietas, para desempolvar los reclamos, para posar en una nueva foto.
“Será sólo un momento”, les dicen y ellas sonríen porque saben que no es así. Aún les falta una eternidad. 

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