Entradas

Mostrando entradas de abril, 2022

No es Penélope

Imagen
Marta espera en el andén y no es Penélope. Gastó sus últimos pesos en un boleto que no va a llevarla a lo de Ulises. Tiene frío y prisa y cansancio. Ha perdido el humor para toda metáfora literaria, por eso no le hablo. Busco con ella en el punto de fuga alguna luz que sugiera movimiento. Dos horas antes rompió un regalo en la puerta de la cumpleañera. Se quedó mirando el piso húmedo, la botella de licor quebrada y sus pantalones desgarrados en las rodillas, mientras la dueña de casa nos invitaba a pasar. Hace tres horas olvidó la cartera en el probador por un par de segundos, jura. Es probable que fueran unos cuantos minutos, porque al volver había desaparecido. “No tenemos cámaras en ese sector”, le dijeron. “Conozco un lugar donde me van a fiar un buen licor, para no caer con las manos vacías”, respondió ella. Cinco horas atrás el jefe le pidió que se quedara un rato más pues el local aún estaba lleno de gente. Tenía previsto ese tiempo para comprar el regalo, igual asintió con la

La parte honda

Imagen
La tía trepa por la escalera y se tira de cabeza al cielo. Al principio la perdemos de vista, pero al rato sale a flote y saluda con el brazo extendido. Nosotros gritamos su nombre, provocamos un revuelo de primos y sacamos fotos. Ella nada entre el oleaje que da forma a las nubes. Dos o tres brazadas concentradas y asoma la cara para respirar. Eso le permite, también, ver por donde va. Evitando chocarse con aviones, globos aerostáticos o estrellas diurnas. A veces llena los pulmones y busca profundidad. Intenta tocar el fondo más oscuro o un satélite en desuso, quizás traerse algo de basura espacial. Después emerge con urgencia de aire, acomoda su pelo mojado y nos sonríe desde lejos. Marca una estela de nado y podemos seguir sus pasos. Saber, más o menos, a dónde mirar. Una VE de pájaros la cruza y ella se zambulle detrás. Se une al ascenso sincronizado como sirena de viento, dice alguien. Como unicornio de mar. La vemos alinearse al grupo y alejarse, perdiéndose entre los peces de v

El motor

Imagen
El abuelo guarda un motor en el taller del fondo. Parece que antes tenía un auto alrededor, pero ahora no está. Sólo quedó el motor, como un corazón enorme y enmarañado.  Él simula que lo enciende y nos cuenta historias de viajes que alguna vez hizo. Como el día que subió una montaña tan alta que las nubes se le metían por la ventana. Y se trajo dos o tres, dormidas, en el asiento de atrás. O la siesta que giró cincuenta y cuatro veces alrededor de un lago hasta marearlo, desatando un remolino de agua nunca visto por los pobladores del lugar. También conoció una ciudad demasiado chiquita, por eso al estacionar el auto en pleno centro, la cola le quedó fuera del área urbana. Y le pusieron una multa que se olvidó de pagar. En otra oportunidad recorrió un desierto interminable guiado por dos camellos, porque el GPS no estaba inventado todavía, dijo.  Una tarde se fue a pescar al río con su auto y enganchó algo tan grande que lo arrastró al agua. El abuelo explicó que tuvo que sacar unos r

Conciudadana

Imagen
Maria se exilió con una hormiga en el bolso de mano. Había estado sentada en el pasto antes de subir a la balsa que la cruzó a Brasil. Apoyó el saco para que no llegara la humedad del piso porque ya tenía demasiada humedad en el alma. Aquel jueves de huída recogió todo a las apuradas y entre ademanes urgidos, secuestró una hormiga.  Cuarenta y ocho horas después llegó al otro país donde la esperaban. Y en la pieza ajena, de la casa ajena, desarmó sus cosas. Sobre la cama apoyó el saco y la hormiga corrió atontada por el acolchado. Maria cerró su paso con la mano, como una muralla surgiendo acá y allá y de nuevo acá. Estaba pensando, mientras tanto, qué hacer con aquella pequeña conciudadana. ¿Dejarla en una plaza de un país extraño? ¿Y si no entendía el idioma de las hormigas locales? Como le pasó a ella, que sonrió cuando preguntaron su nombre y dijo sí, ante la solicitud de la dirección donde pararía. ¿Podría la hormiga sobrevivir a tantos kilómetros de su hormiguero? Finalmente le p