Entradas

Mostrando entradas de mayo, 2020

Abstinencia

Imagen
A los cuarenta y cinco días de nacida terminó la licencia de maternidad. Comenzó, entonces, su institucionalización educativa. Guardería, jardín, primaria, secundaria, universidad. Cuando dejó de ser alumna pasó a trabajar como docente. La escuela no fue su segundo hogar, ES su columna vertebral.  Hace seis meses que no está frente a los alumnos. Las vacaciones de los estudiantes se fusionaron con la cuarentena obligatoria y el aula aparece sólo en sueños. Recurrentes imágenes que se alejan y se esconde, un laberinto de pasillos que impiden llegar al pizarrón, chicas y chicos de espalda alejándose indefectiblemente.  Anoche se encontró en una sala de profesores. Un poco pequeña para todos los docentes que parloteaban. Algunos rostros pudo reconocer: colegas de entonces y de ahora, esos que le enseñaron a ella, aquellos que le hubiera gustado tener, y unos cuantos extras llenando el espacio. Sonó el timbre del fin del recreo y cada profesor tomó sus cosas para dirigirse a su aula.

Agatha

Imagen
Tenía doce años y un viaje de veinticuatro horas por delante. Mi abuela me compró un libro en la terminal de ómnibus, para ir tirando. Agatha Christie prometía mantenerme ocupada. Tenía doce años y una paciencia corta. Llevaba un cuarto de la novela pero ya quería saber quién era el asesino. Había hecho una apuesta interna y necesitaba que la autora confirme mis sospechas. Miré el número de páginas que faltaban. ¡Una eternidad! La voz de mi conciencia dijo algo sobre la paciencia, creo. Entonces continué leyendo al ritmo de los carteles de la ruta, siguiendo el orden numérico de menor a mayor. Tenía doce años y una conciencia que hablaba muy bajito aún. No se requería hacer demasiado esfuerzo para desoírla. Volví a las últimas páginas del libro, ojeé por diferentes lados, hasta que clavé la mirada en una oración: “...el asesino no podía ser otro que el ayudante del doctor”. Uní tapa y contratapa de un solo golpe, mientras me recriminaba con una rabia larga, como la ruta que aún fa

El aburrido vicio del infinito

Imagen
Enterró a su único hombre ella sola en el fondo de la casa. Después nunca más se murieron las rosas, ni los malvones; y el tiempo fue asunto del resto del planeta. Sólo por eso pudo, al abrir la puerta a un viajero ochenta y cinco años después, conservar el mismo rostro. “De estar, estuvo siempre”, le dijeron. “¡Que va! La viuda no es más que un cuento para no vender el caserón de la esquina Rocha”. Él traficaba asuntos de mujeres traídos desde aquellos lugares de los que uno jamás tendrá noticias. Andaba con un maletín de puerta en puerta, miraba a los ojos, y ellas decían que sí y le compraban. Confabulaban los hombres en los bares, comiéndose las uñas en la intriga y desconfiando de las cenas al regreso. Lo concreto: el desconocido durmió tres noches en el lugar y se fue la mañana última con el mismo maletín. Después se vendió la casa de Rocha y resultó que no valía nada. La viuda había mirado los ojos del mercader para decirle que ¡NO! y anduvo, entonces, soñando con el difunto qu

rapada

Imagen
      Le raparon la cabeza y la empujaron a la calle con los mismos camisones que enamoraron al enemigo. Le escupieron en la cara, le gritaron y no uno y no dos, sino todos. Insulta más el más temeroso, al que tal vez mañana le toque lucir en público su vergüenza. Es la gran feria del desquite. La Guerra parió grietas en los cimientos (y no sólo de los edificios). La arrastran a la luz,  si, y el hijo también, para que lo vean . Quizás herede sus ojos intimidatorios, sus gestos implacables, sus tiernas manos criminales o sus hermosos labios delatores. Por lo pronto, como él es hombre. Y, se explican (y queda claro): t iene toda la sangre necesaria en las venas para ser otro asesino .       Una mujer se abre paso en la multitud, vocifera, siente desprecio. Potsdam resulta una buena excusa para su propio odio, (porque ella tiene un “propio” odio). Sigue a la acusada, la humilla, la empuja, incita a la gente a lanzar piedras. Brama. Braman. ¿Quién mal leyó la biblia que bien proclaman?