Grito

Quiero gritar. 

Inflar los pulmones hasta cambiarle el talle al pecho y dejar salir un grito que no tenga fecha de vencimiento. Que se aflojen las mandíbulas en el impulso y el aire brote caliente, hediondo, hiriente. Quiero escapar por la boca y dejar caer el cuerpo vacío detrás de mí, como envoltorio inservible sobre el suelo. Me gustaría dar vida a un huracán entre los dientes para escupirlo sobre la faz de la tierra. Porque es importante que se enteren. Urge que todos sepan mi dolor. Es preciso, perentorio y vital que el grito llegue. Arrase, desmantele, despedace y estropee. Que el vacío apocalíptico les muestre la nada que ha quedado en mi interior. 

Quiero gritar hasta que el mundo se acabe y acabarme en el grito que lo desintegró. Ser un alarido de viento capaz de mover dunas, reubicar ciudades y mezclar los vivos con los muertos en un mismo tornado. Me gustaría (realmente me gustaría) transformarme en aullido eterno, redondo, ciclónico, huracanado y desbastador. Eso quiero.

Pero intento gritar y no tengo fuerzas...


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