Instructivo

 


Es imprescindible tomar el arcoíris en su parte más flaca. Se tira, entonces, a fin de atraer el grueso de los colores y se continúa jalando con fuerza. Se sabrá que es el final al toparse con una olla irlandesa repleta de monedas de oro.

Resulta necesario extremar cuidados para no enredarse entre las tiras de luz refractada. Hay gente que ha tropezado en pleno proceso de enrollado de arcoíris, quedando teñida enteramente de amarillo, o de rojo, o de azul. Estos últimos son los mal llamados: “príncipes”.

Ante la aparición súbita de un rascacielos, conviene aminorar la potencia de arrastre. Si los cabellos teñidos del arcoíris se enredaran en su terraza o helipuerto, puede correrse el riesgo de una ruptura. Provocando, no sólo una caída aparatosa en la persona a cargo del ovillado, sino también un complejo proceso judicial. Ya que, para recuperar los fragmentos coloridos enganchados en la torre, será preciso desglosar el barullo legal que emiten sus antenas.

Nunca debe olvidarse que se está hilando con luz, por lo que (regulando la tirantez y la ternura) debe completarse el procedimiento antes que la noche caiga completamente.   


Aclaración: si al final del arcoíris no hallase (o hallara) un mito europeo, es porque usted se encuentra en el tercer mundo. En ese caso, trence los colores con ambas manos hasta dar vida a una wiphala que se enamore del viento. 


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