Papelitos

Deja papelitos para recordar el camino de regreso. Hansel y Gretel demostraron ya que las migas de pan no sirven para eso. Indicaciones concisas de lo que hay que hacer. Anotaciones que aligeran la carga de la memoria. Jabón, detergente, manteca, sal. Listado de obligaciones que calman la ansiedad. Canilla, pantalón, biblioteca, Juan. A vista rápida simulan carecer de coherencia, pero son pasos certeros que conducen del lunes al lunes siguiente.

El duende del caos cambia una letra y se ríe. Ella tropieza. Altera un nombre y alguien esperará inútilmente que ella se presente. En toda casa hay un duende desorganizador. Cruel y anárquico esconde anteojos, tijeras, llaves, medias impares y papelitos.


Ya es la quinta vez que lee la nota, pero sigue sin comprenderla. Son instrucciones escritas con pulso de elfo maldito. Ahora lo sabe, aunque simula no saber. Ella sonríe. Esta vez no caerá en la trampa. Es su turno: le cuelga un cascabel a la tijera para que él se delate al moverla. Desempareja las medias, resultando inútil llamarlas “par” e “impar”. Garabatea indicaciones con diferentes letras para estorbar el reconocimiento de la tarea real. A vista rápida parece estar sola, pero comparte espacio con un duende perturbador, un tiempo circular, una memoria corta y un laberinto de indicaciones cruzadas.

A veces no es tan fácil reconocer el camino de regreso.



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