Respirarme
Más tarde ha de golpear la mesa. Siempre lo hace. Ha quedado claro su desprecio y mi culpa, pero sigue apuntándome con el dedo. No va a sentarse. Busca argumentos en el techo y cae con más furia sobre mis ojos. Ya ha cerrado los puños.
Imposible hallar un resquicio donde mentir una defensa. Tengo dos o tres palabras para decir pero no se abre un segundo de silencio, entonces las trago. Puedo sentir el óxido resbalando por la garganta. Sé que mis glándulas han comenzado a segregar odio. Ha de llegar la orden a todo el cuerpo. Los pies comenzarán a disolverse y como gangrena, el rencor, subirá hasta los hombros. Convertida en polvo, me fugaré de la ropa que caerá sobre la silla. Invisible permaneceré flotando en el ambiente.
Él va a respirarme indefectiblemente. Va a consumir cada partícula impregnada de venganza. Va a faltarle el aire y usará las manos con las que golpea la mesa para tomar su cuello. Sentirá dolor. Abrirá los ojos con miedo. No podrá si quiera gritar, y en cada nuevo intento, tragará un poco más de mi veneno.
Sigue mirándome y sabe que no he escuchado las últimas frases. Acerca el rostro sin bajar la voz. Me detengo a estudiarlo. Pienso que un buen día él va a respirarme y yo voy a extinguirlo. Para que ya no pueda golpear la mesa. Para que quede claro mi desprecio y su culpa.
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