Sobre la cabeza


Creía que si apoyaba cosas sobre la cabeza se vería más linda. Como si los parámetros de belleza fueran construídos por Carmen Miranda. 

Empezó adornando su cabello con imágenes recortadas en las revistas. Coloridos monigotes, mariposas dibujadas, flores de papel, grullas de origami hechas por mamá.

Después vinieron los pianos, los yunques, los armarios contenedores de historias. Cargó una casa, dos familia, tres oficinas. Montó sobre su cabeza los planos del pasado y, de la posteridad, se trajo sólo las reliquias. Apoyó, sin delicadeza ni disimulo, un mundo cuadrado encima de su frente. Como un Atlas rebelde o mal informado. Depositó ropa vieja, botellas vacías, cartones lavados y basura en buen estado. Nunca rulos.

Y si bien es cierto que se sintió más bella y más alta, la jaqueca le impidió (en alguna oportunidad) avanzar con tamaña carga.


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