ropa azul
Se agita el oleaje azul en el tendedero. Remeras, manteles, pantalones, calzoncillos. El viento hace lo suyo: seca. Pero en el trayecto sacude y navega. Hay un mar de ropa que invita, que hace vibrar los broches, que quiere levantar vuelo. Por eso Ivan acepta. Hace meses que sueña con una travesía. Aparecen puertos, ya que no existen océanos que florezcan lejos de la orilla. Tiburones aparecen, porque el peligro estimula la imaginación y estira la trama. Triunfos se requieren, pues resulta imprescindible permanecer con vida. Ivan busca una isla, un tesoro pirata, un mapa con pistas. Su nave encalla y la tripulación huye. De pronto es un róbinson en tierra. Habita cabañas de sábanas, frota broches para encender fuego, se alimenta sobre un balde boca abajo que oficia de mesa. Ivan sobrevive la soledad de una isla que no existe, dentro de la soledad de una cuarentena que persiste. Y ni siquiera está Viernes, para hacer más llevaderos los días.