Raul redondo


A Raul le gustan las rondas, los juegos circulares y tirar el trompo sobre suelo plano. Ama las calesitas. Le encanta ver cómo mamá desaparece y aparece intacta, un rato después. Se detiene ante las bolas de espejos que ofrecen algunos negocios y una vez fue incapaz de seguir caminando hasta perder de vista un camión mezclador. 

Cumple cinco años cada febrero y siempre pide el mismo cuento antes de ir a dormir. Sobre un oso blanco que se transforma en nube para recorrer el mundo. Hasta que la lejanía y la nostalgia lo hacen querer volver a su cueva, buscando una reparadora hibernación.

Desayuna tres tostadas, inaugura la primavera con su remera azul de mangas cortas, los jueves de verduras hace lío para comer, nunca llega a los pedales de la bicicleta y puede reconocer el otoño, ya que debe ponerse saco antes de salir. 


Una noche soñó con un punto de fuga, una avenida larga que no tenía fin y una calesita que se convertía en tren. Las cosas que veía en su pesadilla no volvían a aparecer intactas un rato después. No volvían. Desayunaba pan sin tostar, vestía una camisa, era incapaz de reconocer el otoño y tenía veintisiete años. 



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