Señora, estamos ofreciendo
“Productos de limpieza, señora, estamos ofreciendo. Todo suelto, señora, para la limpieza de la casa”.
“¿Señora en casa limpiando?”, piensa el hombre que escribe. “¿No es un estereotipo?”, piensa el hombre. “¿Sólo clientas mujeres puede tener?”, piensa. Por eso se asoma y le hace una seña al vendedor. Ha decidido bajar y realizar una compra que desbarate la exclusividad del “señora” sonando por el megáfono del camión.
“Para pisos”, alcanza a decir y el vendedor despliega sus opciones: limpiador desodorizante concentrado, flower ultra, neutral (con pH neutro), acondicionador de pisos, removedor o secuestrante de polvo. “Si, no, eso”, responde el que ha bajado. ¿Pisos cerámicos, granito, mosaicos, maderas, flotantes o cemento alisado? “Lo primero”. Necesitará paño, trapo, mopa, lampazo. "Necesitaré". Se sugiere el bidón por sobre el envase de litro, ¿es para un mes o dos? “Es”.
El hombre que escribe dice basta y saca el último billete que le queda. También se detiene el vendedor. Le pide ayuda para subir los bidones, “hasta la entrada, por favor”. El que llama a las señoras por el megáfono saluda con un halago: “buena compra” (y parece que habla de la calidad de sus productos, del excelente ojo del cliente, del tiempo ahorrado que todo esto representa). El que escribe observa los líquidos coloridos que lo rodean y responde derrotado: “buena venta”.
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