El ojo del tiempo (poema encubierto)
Tic tac, pestañea. Tic tac, vigila. El ojo del tiempo sabe de memoria lo que pasará y sólo se asegura de estar en lo cierto. Corrige los milímetros descarrilados que se muestran mal, siguiendo a rajatabla el libreto.
Entonces Ulises, por detrás, le tapa el ojo único con fuego. “Nadie”, dice y es lo que escucharán gritar. Y no habrá quien se asombre, pues se oirá natural. Ya que NADIE suele ser el responsable de las cosas graves que han ocurrido (y ocurrirán) a través de los pueblos.
Aprovechemos a jugar (ya que ciego está el lobo que da vida al tic tac del calendario eterno). Una ronda más, y otra para el final. Escapemos de la coherencia lineal de ayer, hoy y mañana. Seamos antes en después y ahora hagamos lo que se nos dé la gana.
El colirio llegará y con él se enmendará la llaga.
Rápido, a correr… desbaratemos los almanaques que separan los vivos de los muertos. Abracemos a quien no esté con suficiente cuerpo. Un beso, un gesto tibio, un sonido gutural, una palabra.
Tic tac, una ronda más, que el tiempo es tan corto que casi nos alcanza.
Comentarios
Publicar un comentario