heladera

 Una tarde mamá echó en la licuadora los restos de remedios que había en la puerta de la heladera. Agregó leche, mucha azúcar. Después se preparó un batido y se sentó con nosotros a ver la tele. Yo le pregunté si se sentía mal, dijo que si. Lloraba a ratos y me acariciaba la cabeza. Todo lo hacía despacio, como si estuviera muy lejos. Se acurrucó en el sillón, me pidió que la tapara. Entonces se quedó dormida y ya no vio el final de la película.

A la noche llegó papá y dijo que estaba muerta.



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