inversión meritocrática

Nos definen las opciones que tomamos, en relación a las posibilidades que tuvimos. Nada más. El contexto nos vistió y así, uniformados, decidimos hacer algo al respecto (o no).

No vale juzgar, entonces, desde los resultados. Nunca lo olvides.

¿Duerme a cielo abierto quien menos esfuerzo hizo? ¿Quién lo dice? ¿El hijo vago del hombre rico? 

¿Luchó más y por eso disfruta sus bienes merecidos? ¿Cómo se mide? ¿Desde el escalón cero o del inframundo de los que no tienen derechos?

El niño indocumentado miró su mano y contó. Dieciséis monedas de ganancia pura. Nadie le enseñó a sumar. Nadie le enseñó. Nadie nada. Igual supo. Por entonces aún generaba lástima su altura baja, sus pies pequeños, su voz finita. Faltaban diez centímetros para ser un adulto desocupado malgastando el tiempo de todos, malocupando el espacio público. 

Las personas pasan y miran a un hombre indocumentado mirando su mano vacía. Con lentes meritocráticos lo miran, con lentes meritocráticos se mira. Parece que no supo invertir bien las dieciséis monedas recolectadas.






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