Borde


Deja el borde de las empanadas y de las pizzas. Eso no se come, dice. Sabe cuándo evitar responder al timbre de su casa, dónde bajar el seguro de las puertas del auto, y cómo dejar de mirar a quienes habitan las veredas, por debajo de su cintura. 

Tapia, cubre, enreja, aisla, valla, protege. Eso es saber exactamente que hay gente que tiene y gente que no tiene. 

Pero cuando los límites humanos se encogieron, resulta que los bordes más lejanos ya no estaban tan lejos. Entonces quedó del otro lado. Fue tan de repente y silencioso, que demoró un rato en darse cuenta dónde estaba. Lo supo al verse acodado, junto aquel que comían los bordes de empanadas y de pizzas que él desechaba.


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