Palabras


Estaba a punto de decirlas, pero en el apuro del desayuno me olvidé. Después se fueron, yo junté las tazas y las migas, las palabras quedaron sobre el mantel. A la tarde, cuando volvimos, descubrí la ventana abierta. El viento las había volado por el comedor. No fue fácil recuperarlas. A algunas no las volví a ver.

Durante la cena coloqué las palabras junto al tenedor, a la espera de un buen momento para materializarlas. Pero había un pesado humo de cansancio sobre nuestras cabezas y fue preciso abrir el paraguas del buen humor. Después junté los platos y las migas, las palabras las enganché en los botones del camisón.

Por la noche, mientras dormían, las distribuí debajo de las almohadas. A tientas, en lo oscuro, apurada. Para ganarle de mano al ratoncito pérez o al hada de los dientes. En el desayuno siguiente, lo que debía saberse, ya todos lo sabían. Por eso las palabras salieron de sus bocas, no de la mía.


Comentarios

Entradas populares de este blog

La primavera

Éxodo

Como si no estuviera