El ventilador


El ventilador sueña ser hélice de avioneta, tal vez por eso imita sus sonidos. Sacude cosas de un lado a otro en su intento por levantar vuelo, por cambiarle la dirección al viento, por desbaratar nubes. 
Pero está fijo en la tarde calurosa, en la pieza chica y mal oxigenada. Empuja papeles de la mesa, en su enojo de no ser. Despeina adornos colgantes. Hace temblar las fotos heridas de chinches. Protesta desde el motor, a buen volumen. A veces parece que se calla, pero es sólo para tomar impulso. 
Ella quisiera ser aviadora, tal vez por eso colecciona fotos de lugares distantes. Sueña ver desde arriba el mundo, como para dibujar mapas a mano alzada. Cierra los ojos y pilotea un bramido de ventilador. Cruza el desierto en una nave descapotable. Se deja despeinar por un remolino del Sahara. Busca un húmedo oasis donde aterrizar sus deseos. 
Pero está fija en la tarde calurosa, en la pieza chica y mal oxigenada. Hasta las seis y veinte, momento en el que termina su turno. 



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