Especial

Para el día especial le habían comprado zapatillas. Y una remera y un pantalón. Le habían lavado la mochila que usaba en la otra escuela y habían forrado sus carpetas con dibujos de autos de carrera. Además tenía una regla larga con la figura del hombre araña, no cualquiera, el que estaba en los cines.  
La mañana pintaba fresca, pero se negó al buzo, quería lucir la ropa nueva aunque tuviera mangas cortas. Por eso llegó moqueando a la fila, no por otra cosa. Pero no supo explicar. No pudo. Cuando terminó de acomodarse en aquella línea de seres desconocidos, sintió que se burlaban de su nariz goteando, de su falta de pañuelo, de su nula reacción a los comentarios. La maestra ordenó un silencio general y lo mandó al fondo, “porque sos muy alto”. Pero era mentira, apenas podía ver quién hablaba junto a la bandera.
Se quedó al final de una hilera extranjera limpiándose los mocos con la manga. Escuchando lo que comentaban los adultos que lo miraban mal. “Es un poco especial, el nuevo”, dijo alguien que después volvió la vista al frente para entonar las estrofas del himno nacional. 

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