Imágenes de plástico


Le tiró los negativos por la ventana. No la ropa, no la guitarra. Como si hubiera empezado por el principio: arrojando los recuerdos más antiguos. Sobres de papel e imágenes de plástico. 

Una lluvia biográfica en medio del centro. A la vista curiosa de oficinistas, paseadores de perros, crotos y vecinos. Algún adolescente, también, preguntando (preguntándose) para qué sirve un negativo. Todos quieren un souvenir del evento. Como un regalo del cielo, (del cielo del sexto piso).

Ex parejas, ex amigos y esos parientes que sólo aparecen en las fotos. Todos, estrellados contra el pavimento. Allá el viaje de egresados, los actos de primaria, el bautismo. Acá la imagen de papá cuando aún era soltero y otra del abuelo, cuando sólo era papá. Se pueden pisar esos contornos marrones, traslúcidos. Se pueden esquivar para pasar. Se pueden juntar sin siquiera saber si la figura que se ve se llama Jimena, Marcos, Miguel, Alberto o María Laura Reyes Torres.

Para cuando llegue el dueño de las fotos, poco quedará. Va a recoger los negativos aún sueltos sobre la vereda, como quien busca recomponer una crónica. Pero será inútil, a esa altura los transeúntes habrán robado gran parte de su historia. 


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