La lista

 

Elena estrena su primer día de jubilada listeando el futuro. “Viajar a Mendoza”, pone. Porque siempre quiso y nunca pudo. “Ir a clases de pintura”, pone. “Caminar tres veces a la semana”. “Hacer una huerta”. “Arreglar la casa”. Además escribe: “huevos, aceite, manteca y pan”, (porque uno sabe cómo empiezan las listas, pero ignora hacia dónde pueden derivar).

Por costumbre se levantó temprano, por eso son las ocho y está bañada y desayunada. Estirando el mate en la punta de la mesa, mientras enumera lo que hará primero, lo que ya no hará. “Comprar una casa rodante”. “¿Vos viste lo que cuestan?”, se dice. Después tacha esa línea y otras dos: “Conocer un crucero”, “Aprender a manejar”. No da el presupuesto, argumenta. No tiene sentido tener carnet sin auto, razona. También tacha dos o tres cosas más.

Entonces se queda mirando el reloj. A sus excompañeras aún les falta llegar al primer recreo. Una vez tamizada, la lista no queda muy larga. ¿Tuvo sentido dejar todo para después? Prende la tele llenando el silencio. Apenas son las nueve y diez de la mañana. 





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