Manchón

Para contarte la historia de la misteriosa isla tengo que empezar diciendo que el mapa era de América. Maitena tenía que ubicar los países y averiguar sus capitales. Primero se enchinchó, (porque no le gusta hacer tareas), después se preparó un sándwich de jamón y queso con mucha (mucha) mayonesa, y se puso a comerlo encima del trabajo sin terminar. Fue en ese preciso momento que una gota gorda, amarilla y sustanciosa, cayó sobre el mapa. En algún lugar del Atlántico sur, frente a las costas de Brasil (más o menos). La gota chocó contra el papel celeste, se expandió apenas un poco, y delimitó para siempre los contornos de una isla de mayonesa.

Los barcos que deambulaban por la zona fueron los primeros en descubrirla. Una montaña amarilla y cremosa en medio del mar. ¿Un iceberg de mayonesa? Por las dudas, las embarcaciones se corrieron, los peces se alejaron y los cruceros se limitaron a sacar fotos a buena distancia. Las olas lamieron un rato el borde de la isla y luego (empachadas) la dejaron ser. ¡Qué le hace una mancha más al océano! (debe haber pensado alguien).

Navegantes intrigados desembarcaron para hundir sus pies en esa nieve gastronómica. Pero terminaron chupándose la punta de los dedos, la mano y el codo. Más tarde llenaron frascos vacíos y volvieron a sus barcos antojados de saborear un sándwich de jamón y queso. Arribaron científicos con anteojos, buscadores de tesoros, comedores compulsivos de mayonesa y mirones con tiempo libre. Finalmente se tomó la decisión irrevocable de hacer un documental.

Menos mal que todo este asunto salió en los diarios, (y lo pasaron en la tele y lo multiplicaron con memes). Porque, de lo contrario, Maitena hubiera recibido una mala nota al presentar su mapa con los nombres de los países, sus capitales y un manchón aceitoso en el Pacífico sur.








 

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