Renacer


No renacerás al tercer día, ni al cuarto, ni al quinto. Primero será necesario que caiga mucha tierra sobre tu cuerpo inerte. Mucho barro. Mucha mierda. Para que nadie imite tus actos, replique tus palabras, interprete tus letras. Luego, cuando no quede uno parecido a vos, podrás volver. Sacudirte el polvo del olvido, podrás. Refinar tus modos, filtrar tus decires, también. Blanquearte un poco, ya que estás. Y renacer. Hervido, ornamentado y mudo. De gran tamaño, tallado. Para ocultar a los que vendrán doscientos años después, a proponer las mismas revoluciones por las que a vos te mataron. Pues eso de tapar el sol con un dedo (contrariando el sentido común), nunca les ha fallado.




 

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