Cama

Sueña que viaja en cama. Que va por la ruta al mismo tiempo que está acostada. A veces se endereza un poquito para ver a mayor distancia y dejar que el aire le pegue en la cara. A ratos cierra los ojos, así percibe mejor los sonidos del viaje y los aromas de las paradas. 

Entra en el pueblo de su infancia y saluda a las vecinas, aún a las harpías (o especialmente a las harpías, pues supone que se deben estar muriendo de envidia al verla pasear en cama). Da vueltas a la plaza, hace el camino a la escuela, visita la estación ferroviaria. Entonces decide seguir por las vías, avanzar haciendo sonidos de tren con la boca, hasta la próxima parada.

Más tarde llega a la costa del río. El agua está llena de amigos, algunos nadan y otros pasean en botes. Ella levanta la mano, sonríe. Después se tapa para que ninguna ola la salpique. Va dejando espuma a su paso, como lancha. No puede verla (tendría que girar todo el cuerpo), pero la escucha. Le piden silencio unos pescadores en la orilla, ella les saca la lengua y luego se esconde risueña entre las frazadas.

Entonces llega y se despierta. La Yaya espera a que sus nietos vengan, reteniendo en su memoria cada escena. Los invita a subirse a la cama y les cuenta. Celebran. La más chiquita se mete debajo de las sábanas y le pregunta a la abuela si la próxima vez, podría viajar con ella… 




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