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Mostrando entradas de junio, 2021

Camino a la cena

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Siente que su mamá lo llama. Está en la calle, jugando con otros chicos de pantalones cortos, como él. No tiene ganas de volver, así que hace que no escucha. Llega su nombre de nuevo, en un español afrancesado que es capaz de reconocer entre todo el cocoliche que se oye en el lugar. Su mamá es la única familia que tiene, es la mejor familia que tiene (piensa) y ahí se le estruja el corazón. Saluda, entonces, para emprender el regreso a casa. Pasa por la puerta de un bar y hay una banda de música ensayando. Se apoya en la entrada y escucha y silba. Hasta que el dueño lo espanta con el repasador, como si fuera una mosca rondando las mesas. Se mete en el conventillo. Hay una pieza con la puerta abierta, alguien toca la guitarra y canta en un idioma que el chico no entiende. Más allá hay una mujer lavando mientras entona una zarzuela. Él pasa caminando al compás. Espera para taconear justo al final, entonces la señora descubre que tiene público y le agradece con una sonrisa. El tano del fo

Señora, estamos ofreciendo

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“Productos de limpieza, señora, estamos ofreciendo. Todo suelto, señora, para la limpieza de la casa”. “¿Señora en casa limpiando?”, piensa el hombre que escribe. “¿No es un estereotipo?”, piensa el hombre. “¿Sólo clientas mujeres puede tener?”, piensa. Por eso se asoma y le hace una seña al vendedor. Ha decidido bajar y realizar una compra que desbarate la exclusividad del “señora” sonando por el megáfono del camión. “Para pisos”, alcanza a decir y el vendedor despliega sus opciones: limpiador desodorizante concentrado, flower ultra, neutral (con pH neutro), acondicionador de pisos, removedor o secuestrante de polvo. “Si, no, eso”, responde el que ha bajado. ¿Pisos cerámicos, granito, mosaicos, maderas, flotantes o cemento alisado? “Lo primero”. Necesitará paño, trapo, mopa, lampazo. "Necesitaré". Se sugiere el bidón por sobre el envase de litro, ¿es para un mes o dos? “Es”. El hombre que escribe dice basta y saca el último billete que le queda. También se detiene el ven

El ojo del tiempo (poema encubierto)

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Tic tac, pestañea. Tic tac, vigila. El ojo del tiempo sabe de memoria lo que pasará y sólo se asegura de estar en lo cierto. Corrige los milímetros descarrilados que se muestran mal, siguiendo a rajatabla el libreto.  Entonces Ulises, por detrás, le tapa el ojo único con fuego. “Nadie”, dice y es lo que escucharán gritar. Y no habrá quien se asombre, pues se oirá natural. Ya que NADIE suele ser el responsable de las cosas graves que han ocurrido (y ocurrirán) a través de los pueblos. Aprovechemos a jugar (ya que ciego está el lobo que da vida al tic tac del calendario eterno). Una ronda más, y otra para el final. Escapemos de la coherencia lineal de ayer, hoy y mañana. Seamos antes en después y ahora hagamos lo que se nos dé la gana. El colirio llegará y con él se enmendará la llaga.  Rápido, a correr… desbaratemos los almanaques que separan los vivos de los muertos. Abracemos a quien no esté con suficiente cuerpo. Un beso, un gesto tibio, un sonido gutural, una palabra.  Tic tac, una

El personaje

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El personaje va y se le instala en la cocina. Que es, por otro lado, un buen lugar para instalarse. Se le sienta a la mesa y pica lo que llega a sus manos, pero no con la voracidad de la Nona, con desgano. Llenando el tiempo más que la boca. Sordo a las indirectas, inútil frente a las decisiones de su cuerpo. Como el último borracho del bar, incapaz de notar que todas las sillas están dadas vueltas sobre las mesas y el piso ya fue barrido. Cuando era joven y empezó a escribir siempre lo hacía por el final. Las tres primeras líneas mostraban el remate, la moraleja, el “para qué” de los personajes. Luego seguía por el principio, con la tranquilidad de quien ya compró el boleto hasta el último destino. Y puede dormirse en el asiento sin temor de pasar por alto su estación. Pero en algún punto de la vida el tren estiró el recorrido, las secuelas desbarataron todo desenlace y nacieron hijos de los protagonistas. No halló certezas en el después. No halló certezas en el ahora, tampoco. Las ga